El Anfitrión

Yo, el gran anfitrión, que preparará la mejor cena de recepción, el mejor homenaje en plena plaza pública. El que esperaría la nave nodriza que arribaría con las familias que habitarían con suma alegría y entusiasmo, los diversos recintos.

Tenía la certeza que, desde aquel momento, y para siempre, sería alguien dinstinguido, alguien importante, el pionero que aparecería en libros y tratados de la historia universal de Selma. Toda aquella propuesta se presentaba como un enorme desafío. Era imposible negarse, era la gloria, el renombre, la notoriedad.