El 22 de diciembre de 1870 marcó el adiós de Gustavo Adolfo Bécquer, considerado como uno de los poetas más icónicos del Romanticismo español. El escritor, que falleció a los 34 años de edad, dejó una huella imborrable en la literatura gracias a su sensibilidad única y su habilidad para plasmar emociones universales.
Una infancia marcada por el arte
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla y su vida estuvo marcada por la muerte desde temprana edad. Sus padres fallecieron cuando él tenía cinco años, por lo quedó al cuidado de su madrina, Manuela Monahay Moreno, quien fomentó su amor por la lectura y las artes. En su juventud, Gustavo mostró un talento innato para la pintura y la literatura, inclinándose finalmente por esta última.
En 1854, Bécquer adoptó el apellido materno de su padre y se trasladó a Madrid, donde comenzó a relacionarse con círculos artísticos e intelectuales. A pesar de sus problemas económicos, logró abrirse camino colaborando en publicaciones de diversos medios, como el diario "El mundo" y la revista "El álbum de señoritas y correo de la moda". A lo largo de su carrera, alternó su pasión por la poesía con otros trabajos relacionados al mundo de la literatura.
Entre la poesía y las leyendas
La obra de Bécquer destaca por su capacidad para capturar la esencia del alma humana. Sus "Rimas" son una exploración profunda del amor, el desamor y la nostalgia, mientras que sus "Leyendas" reflejan un interés por lo sobrenatural y lo misterioso. Varias de sus obras, como El monte de las ánimas, La cruz del diablo y *Maese Pérez el organista, fueron inspiradas en tradiciones populares, lo que permitió que quedaran grabadas en la memoria colectiva española.
En 1859, Bécquer destacó como cronista y, además, comenzó a frecuentar la residencia del compositor Joaquín Espín, donde conoció a Julia Espín, musa a quien dedicó su famosa rima "¡Poesía... eres tú!". Su talento como poeta y narrador le valió un lugar destacado en la escena cultural de Madrid, aunque nunca logró la estabilidad económica que tanto anhelaba.
El ocaso de una vida breve
En 1870, la muerte de su hermano Valeriano, con quien compartía un profundo vínculo emocional y artístico, marcó el inicio del fin para Gustavo Adolfo Bécquer. Sumido en una profunda depresión, su salud se deterioró rápidamente. El 22 de diciembre de ese mismo año, falleció a causa de una tuberculosis. Sus últimas palabras, "Todo mortal", reflejan la conciencia de la fragilidad de la vida.
Antes de morir, Bécquer pidió que se quemaran sus cartas y se publicaran sus poemas. Aunque muchas de sus obras se perdieron durante la Revolución Gloriosa de 1868, su legado literario perdura hasta el día. Tras su muerte, amigos y admiradores se encargaron de recopilar y publicar sus "Rimas y Leyendas", consolidando su lugar en la historia de la literatura.
2024 / 12 / 19